Esta semana, el movimiento islamista Al-Shabaab y el partido Hizbul Islam, dominantes en amplias regiones de Somalia, prohibieron de manera enérgica que los habitantes vieran el Mundial argumentando que se trata de una práctica antiislámica. Cerca de la capital, Mogadiscio, un grupo fue sorprendido presenciando un partido en secreto; dos hombres fueron inmediatamente fusilados y el resto detenidos. Pero eso no es todo. El gobierno volvió a anunciar las disposiciones para los hombres: dejarse crecer la barba, cortarse los bigotes y reglamentaciones acerca del largo de los pantalones; eso además de la obligación del burka para las mujeres y la prohibición total a las estaciones de radio y telelvisión de transmitir música, entre otros decretos.
A pesar de la gravedad de los hechos, es muy difícil encontrar información en los medios condenándolos; nadie asedia las embajadas de Somalia en señal de protesta ni quema sus banderas; Naciones Unidas, organizaciones de derechos humanos y múltiples ONG's que luchan contra la opresión, la marginación y la violación de las libertades, no tienen tiempo para ocuparse de ello; flotillas turcas no llegarán a Mogadiscio; Premios Nóbel de la Paz no visitarán el país; activistas con ayuda humanitaria no se acercarán a sus costas; el G-8 y el G-20 seguirán sin tomarla en cuenta; Somalia no será expulsada de la ONU ni de la Liga Árabe; Ahmadinejad no amenazará con borrarla del mapa.
¡Pobre Somalia! No la habitan judíos y no vende titulares en los periódicos ni ratings televisivos.(http://www.semana.co.il/)
martes, 6 de julio de 2010
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