En Siria nadie pide permiso para matar; nosotros no pedimos permiso para salvar vidas.
Los doctores secretos de Israel
En Siria nadie pide permiso para matar; nosotros no pedimos permiso para salvar vidas.
por Robert Fulford
Los
doctores israelíes y sus ayudantes deben realizar su trabajo de forma
clandestina para poder ayudar a los refugiados de la guerra civil de
Siria. Cuando van a los campos de refugiados de Jordania, se cambian las
ropas para camuflarse con el entorno. Deben entrar y salir a
escondidas, no le cuentan a otros hacia dónde se dirigen y cuando
vuelven a sus hogares no cuentan lo que han visto. Y por sobre todo, no
revelan los nombres de sus pacientes.
Ellos
se mantienen “fuera del radar”, dice una organización clandestina
dedicada a esto. Cuando tratan a los sirios en hospitales israelíes, se
aseguran que los periodistas no averigüen detalles que ayudarían a las
autoridades sirias a identificar a los pacientes.
Generalmente
Israel se enorgullece y anuncia abiertamente cuando presta ayuda médica
en situaciones de emergencia. Pero en lo que respecta a las víctimas de
la guerra civil de Siria, la cosa es diferente.
Siria
no reconoce a Israel y les prohíbe a sus ciudadanos la entrada a dicho
país. Los doctores israelíes no son bienvenidos en Jordania, lugar en el
que su trabajo ha sido denunciado como una violación a la soberanía
jordana. Lo último que quiere Israel es verse involucrado en la guerra
civil de Siria, y no se necesita mucho para que la gente crea que Israel
está funcionando como la fuerza médica del ejército libre sirio.
Para
los sirios, la posibilidad de que su propio gobierno los castigue por
recibir ayuda hace que la situación sea aún peor. Este verano en la
ciudad de Naharia, Israel, cerca de las Alturas del Golán, decenas de
pacientes han sido trasladados de forma encubierta a través de la
frontera desde Siria para ser tratados por doctores israelíes.
Para
los amigos o parientes de los pacientes, Israel se ha vuelto la última
esperanza, ya que no hay ninguna ayuda médica siria disponible. Masad
Barhoum, director clínico del centro médico Western Galilee, dijo
recientemente en una entrevista a la NBC que muchos de los pacientes
llegan inconcientes. “Cuando despiertan y se dan cuenta que están en
Israel, se asustan y se inquietan”.
Una
mujer siria dijo en el hospital que había ido a Israel porque una bala
de un francotirador había herido a su hija. “El hospital de mi ciudad
fue destruido. Aquí salvaron a mi hija, pero ahora estoy asustada de
volver. Nos tendrán en la mira”.
Una
organización israelí, iL4Syrians, opera de forma clandestina en Siria y
en otros países que están en apuro. Proveen comida y suministros
médicos para quienes los necesitan, y gracias a la clandestinidad pueden
proteger tanto a sus contactos locales como a sus voluntarios. En su
página web no aparece el nombre de sus directores o de quienes trabajan
allí, pero sí tienen un lema desafiante: “Nadie pide permiso para matar.
Nosotros no pedimos permiso para salvar vidas”.
Ellos
explican que “nos enfocamos en países que no tienen relaciones
diplomáticas con Israel y trascendemos las diferencias”. Argumentan que
el respeto por la santidad de la vida humana es parte de la tradición y
cultura judía, y que eso aplica a los enemigos más despiadados de Israel
en igual medida que a cualquier otro.
Dado
que estos esfuerzos no son oficiales y que no hay registros, nadie
puede saber cuántos israelíes están realmente involucrados en esta
labor. Yo me enteré de este fenómeno por una de las notas periodísticas
que escribió Tom Gross, un astuto periodista británico que se
especializa en Medio Oriente.
Gross tiene un video de
15 minutos que muestra un par de días de trabajo de un grupo de ayuda
humanitaria que visitaba a un grupo de refugiados. Los refugiados no
sabían que ellos los visitarían, por lo que se mostraron sumamente
sorprendidos cuando se enteraron que eran israelíes. Eso hizo que
algunos se pusieran nerviosos, pero en el video se ve que otros dicen en
árabe: “Que Dios bendiga a Israel”.
El
equipo lleva a un payaso profesional para que entretenga a los niños
mientras ellos reparten la comida. En un campo, sin embargo, los adultos
se pelaron brevemente por los alimentos. El periodista le preguntó a
una de las voluntarias: “¿La gente cree que estás loca?”, a lo que ella
respondió: “No mucha gente sabe”.
Para
enterarse de lo que ellos hacen uno debe recolectar piezas de
información de entre las distintas notas periodísticas y unirlas como un
rompecabezas; por ejemplo, en un periódico árabe-israelí apareció que
“los países árabes ofrecen sus condolencias, pero el mejor rol es el que
desempeñan los israelíes, quienes cruzan la frontera para proveer
asistencia a los refugiados y arriesgan sus vidas sin recibir ni
siquiera una palabra de agradecimiento”.
Hoy
en día estamos viviendo una época sombría para buena parte del mundo, y
muy sombría para el pueblo sirio. Pocos pueden imaginarse una solución
que no les traiga más tragedia aún. W.H. Auden describió en su poema “September 1, 1939”
(1 de septiembre de 1939) una época más sombría aún, y ofreció el único
consejo que le hacía sentido: “Muestren una convicción inquebrantable”.
Ahora
que estamos comenzando el nuevo año judío, vale la pena recordar que
estos israelíes humanitarios han encontrado una manera de hacer que sus
llamas flameen con una convicción inquebrantable.
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