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Judíos y musulmanes fraternizan en la Yerba durante la conmemoración de La Griba (Túnez)
Fuente: EFE

Dejando a un lado por espacio de tres días, odios, rencillas y dilemas, miles de judíos y musulmanes van a fraternizar a partir de hoy en Túnez, con motivo de la peregrinación anual a la venerable sinagoga de La Griba.
Seis mil judíos, de los que cerca de una tercera parte han llegado directamente desde Israel, vuelven a concentrarse en la Yerba, la isla de los lotófagos (los que comen el fruto del árbol del loto) en la Odisea de Ulises, para honrar una de las sinagogas más antiguas del mundo.
En la Yerba reside una pequeña comunidad formada por un millar de judíos tunecinos sefardíes, que conviven de manera armoniosa con los musulmanes del lugar, aunque este ciclo de paz quedó quebrado el 11 de abril de 2002 por un atentado de la banda terrorista Al Qaeda.
Ese día, un fanático tunecino llamado Nizar Nauar, estrelló contra una pared de la sinagoga una camioneta atiborrada de gas, matando a veintiuna personas: catorce turistas alemanes, seis tunecinos y un francés.
La Griba ha vuelto ya a recuperar su tranquilidad y durante el peregrinaje anual las dos religiones monoteístas son el símbolo de que sus adeptos pueden vivir en la fraternidad, tal vez un ejemplo que podría inspirar al convulso paisaje medio-oriental.
Dice la tradición, inscrita profundamente en las mentes de los habitantes de la Yerba, que la sinagoga fue edificada en el siglo VI antes de Jesucristo por un grupo de judíos 'cohanim' (servidores del templo) que trajeron con ellos una piedra del altar y restos de una puerta del primer templo de Jerusalén destruido por Nabucodonosor.
Existe otra versión, una leyenda más entrañable, según la cual, La Griba (La extranjera) se construyó en el lugar donde murió una joven llegada a la Yerba sin que nadie supiera de su procedencia, aunque se supone que procedía de la tierra de Israel.
Los habitantes de la isla temieron que fuera una hechicera y rechazaron aceptarla, por lo que la muchacha vivió sola algún tiempo en una miserable choza de paja, pereciendo un día en el incendio de ésta última.
La leyenda afirma que cuando las gentes se acercaron a los restos humeantes comprobaron que todo se había quemado salvo el cuerpo de la joven que permanecía inmaculado al lado de un rollo de la Torah.
El hecho fue atribuido a un milagro que hoy en día sigue conmemorándose.
Los peregrinos han tapizado las paredes del edificio con ex-votos, y cada año decenas de mujeres cumplen un extraño rito consistente en escribir un deseo sobre la cáscara de un huevo que se deposita en una cavidad.
El peregrinaje tiene lugar 33 días después del inicio de la pascua judía y uno de sus aspectos mayores es la salida de los peregrinos, en procesión, con la 'Menara', una pequeña pirámide hexagonal en la que están inscritos los nombres de las doce tribus originales de Israel.
La procesión recorre una parte de la localidad de Houm Souk y el llevar a hombros durante algunos metros la 'Menara' es un privilegio objeto de pujas monetarias los días anteriores en beneficio de la comunidad hebraica local.
Durante los tres días, judíos y musulmanes bailan, se abrazan entre lágrimas, comen y beben juntos. Muchos de los judíos son descendientes de familias que abandonaron Túnez coincidiendo con los enfrentamientos que tuvieron lugar hace ahora sesenta años al nacer Israel.
La interpretación oficial del peregrinaje es celebrar el aniversario de la muerte de dos rabinos cabalistas, Meyer Baal Nich, a quien se le atribuyen milagros, y Simeon Bar Yohai, autor del llamado 'Libro de los Esplendores', una de las principales obras de la mística judía.
La Griba está considerada el lugar de culto judío más sagrado del norte de Africa, al punto que ha llegado a calificarse de 'anticámara de Jerusalén'.