La
Humanae Vitae (latín: De la vida humana) es una encíclica escrita por
el papa Pablo VI. Fue publicada el 25 de julio de 1968. Esta encíclica,
que además incluyó el subtítulo Sobre la regulación de la natalidad,
detalla la postura que tiene la Iglesia Católica hacia el aborto, el
control de la natalidad y otras medidas que se relacionan con la vida
dentro del matrimonio.
Debido al hecho que la encíclica prohíbe todo tipo de control de la natalidad, y pide una entrega confiada a la voluntad de Dios por parte de los esposos, su publicación resultó muy controvertida, especialmente entre los católicos.
En términos políticos, podríamos decir que (y es de lo que trata este video), lo que acaba de ocurrir en Suiza es un síntoma claro de que los "nativos" europeos empiezan a preocuparse seriamente por el avance del Islam en el continente. El país helvético pasa por ser uno de los estados más tolerantes, abiertos y, si es que se puede decir así, plurinacionales. Pero la inmigración procedente de países musulmanes ha provocado que el número de practicantes de la fe de Mahoma ascienda a 400.000. Pueden parecer muchos pero por ahora son "sólo" un 5% del total de ocho millones de la población total del país. Ahora bien, es cuestión de tiempo que ese porcentaje se multiplique varias veces debido a lo que ya señalé en un post reciente. La natalidad entre musulmanes es infinitamente superior a la que se da entre los cristianos europeos.
En relación al catolicismo, se puede decir que ese hecho es uno de los grandes "logros" de los que boicotearon la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI. Hay que reconocer que los "eclesio-progres" hicieron "bien" su trabajo, pues países en los que la mayoría de sus habitantes son bautizados católicos, la tasa de nacimientos no llega ni de lejos a dos hijos por matrimonio.
El referéndum de Suiza no deja de ser una especie de brindis al sol. Prohibir la construcción de minaretes implica un "no" claro y rotundo al Islam, que seguramente obtendría refrendos similares en otros países europeos, pero de poco servirá esa negativa si no se vence a la cultura de la muerte que lleva revoloteando por el continente desde hace décadas. Cuando se habla de esa cultura contraria a la vida, se tiene a pensar en el aborto y la eutanasia. Pero ambos son los penúltimos peldaños de una escalera que empezó el día en que se entendió que el progreso consistía, entre otras cosas, en la capacidad de tener muy pocos hijos.
Debido al hecho que la encíclica prohíbe todo tipo de control de la natalidad, y pide una entrega confiada a la voluntad de Dios por parte de los esposos, su publicación resultó muy controvertida, especialmente entre los católicos.
En términos políticos, podríamos decir que (y es de lo que trata este video), lo que acaba de ocurrir en Suiza es un síntoma claro de que los "nativos" europeos empiezan a preocuparse seriamente por el avance del Islam en el continente. El país helvético pasa por ser uno de los estados más tolerantes, abiertos y, si es que se puede decir así, plurinacionales. Pero la inmigración procedente de países musulmanes ha provocado que el número de practicantes de la fe de Mahoma ascienda a 400.000. Pueden parecer muchos pero por ahora son "sólo" un 5% del total de ocho millones de la población total del país. Ahora bien, es cuestión de tiempo que ese porcentaje se multiplique varias veces debido a lo que ya señalé en un post reciente. La natalidad entre musulmanes es infinitamente superior a la que se da entre los cristianos europeos.
En relación al catolicismo, se puede decir que ese hecho es uno de los grandes "logros" de los que boicotearon la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI. Hay que reconocer que los "eclesio-progres" hicieron "bien" su trabajo, pues países en los que la mayoría de sus habitantes son bautizados católicos, la tasa de nacimientos no llega ni de lejos a dos hijos por matrimonio.
El referéndum de Suiza no deja de ser una especie de brindis al sol. Prohibir la construcción de minaretes implica un "no" claro y rotundo al Islam, que seguramente obtendría refrendos similares en otros países europeos, pero de poco servirá esa negativa si no se vence a la cultura de la muerte que lleva revoloteando por el continente desde hace décadas. Cuando se habla de esa cultura contraria a la vida, se tiene a pensar en el aborto y la eutanasia. Pero ambos son los penúltimos peldaños de una escalera que empezó el día en que se entendió que el progreso consistía, entre otras cosas, en la capacidad de tener muy pocos hijos.
Se ha pasado de la abundancia de familias
numerosas a considerar a las mismas como una reliquia del pasado. Pero
no hay civilización que sobreviva a la ausencia de hijos. Es una mera
cuestión de ley matemática.
La vieja Europa se muere porque prefiere
impedir la concepción de vida y porque se dedica a destruirla en las
clínicas de la muerte cuando la misma llega en un momento "difícil" para
los padres.
Pareciera
que San Pablo estaba pensando en la actual situación cuando, inspirado
por el Espíritu Santo -que de vida sabe un rato porque Él nos la da en
Cristo- escribió el siguiente versículo: "Con todo, (la mujer) se
salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en
la caridad y en la santidad" (1ª Tim 2,15). Europa no se va a salvar del
avance del Islam con consultas populares para prohibir minaretes. Sólo
puede salvarse si se abre a la vida y a la fe que está en la raíz misma
de su fundación. Porque además, cuando los musulmanes lleguen a ser un
factor importante en la base electoral de los países europeos, ¿alguien
cree de verdad que su voto no será esencial para apoyar el avance de su
fe?
Ya lo dijo un líder musulmán hace varios años en un encuentro
inter-religioso celebrado en Egipto: "Os conquistaremos con vuestras
leyes. Os dominaremos con nuestras leyes". La Europa que abre las
puertas al repudio (llamado también divorcio) y al aborto necesita mano
de obra de fuera. Y esta viene de una civilización donde las familias
"raras" son las que no tienen muchos hijos. Con la particularidad de que
esa civilización profesa una fe fuerte, poco dada a entregar sus
valores en manos de un laicismo que ya se ha convertido en una especie
de pseudo-religión estatal en muchos países europeos.
La Europa que
democráticamente abandona a Cristo, democráticamente será conquistada
por Mahoma. Y una vez conquistada, se quedará sin su democracia, a la
que ha convertido en un ídolo perverso con el que justifica y aprueba
cualquier barbaridad contraria a la ley natural, a la familia y a la
vida.
mira este video alucivo
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